La talla baja, definida como
una estatura por debajo de las 2 desviaciones estándar de la media poblacional
para edad y sexo, sigue teniendo una alta prevalencia en nuestro país. De
acuerdo a la última Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT 2006), la
prevalencia de talla baja en menores de 5 años fue del 12.7% mientras que la de
niños y niñas entre 5 y 11 años se situó en 10.4% y 9.5%, respectivamente. Esto
es realmente preocupante, especialmente si comparamos la prevalencia de talla
baja con la de otras enfermedades que constituyen un problema de salud pública
en nuestro medio como la diabetes, cuya prevalencia es muy similar.
Las principales causas de
talla baja en México siguen siendo por mucho secundarias a enfermedades
sistémicas, particularmente la desnutrición. Otras causas incluyen a
enfermedades respiratorias como el asma, cardiopatías congénitas, malabsorción
intestinal, infecciones de vías urinarias de repetición, acidosis tubular
renal, y antecedentes personales de neoplasias, entre muchas otras. Otras
causas de talla baja incluyen a las genopatías (como el síndrome de Down,
síndrome de Turner, síndrome de Williams, etc.), a las displasias óseas
(acondroplasia, hipocondroplasia, displasia epifisio-metafisiaria, entre otras
más de 200 formas de displasia), causas hormonales (principalmente hipotiroidismo
y deficiencia de hormona de crecimiento) y variantes normales de talla baja
(retraso constitucional del crecimiento y desarrollo y talla baja familiar).
La deficiencia de hormona de
crecimiento es una causa cada vez más frecuente de talla baja, su incidencia se
sitúa entre 1 caso por cada 4,000 a 1 caso por cada 10,000 recién nacidos
vivos. Constituye aproximadamente el 16% de los casos evaluados por talla baja
en nuestra clínica durante los últimos 5 años.
Debido a que el
retraso en el diagnóstico y tratamiento de la deficiencia de hormona del
crecimiento puede tener consecuencias, no solo sobre el crecimiento
longitudinal, sino sobre otras órganos y sistemas muy importantes, como el
sistema nervioso central, el sistema musculo-esquelético, el aparato inmune, el
sistema genitourinario y muchos otros, es indispensable detectar en forma
temprana a estos niños, y referirlos al especialista para su evaluación,
diagnóstico e inicio de la terapia con hormona del crecimiento humana de origen
ADN recombinante lo más pronto posible.
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