La insulina es una hormona maravillosa que no sólo se encarga de mantener nuestros niveles de glucosa dentro de rangos normales, sino que además tiene propiedades anti inflamatorias y anti oxidantes. Por lo tanto, cuando se desarrolla una resistencia a la insulina, que es una disminución en la sensibilidad de nuestro cuerpo (particularmente del tejido adiposo y muscular) a la acción de la hormona, empieza a alterarse el metabolismo de los carbohidratos (lo cual nos llevará a desarrollar una diabetes mellitus tipo 2), y empiezan a incrementarse tanto la actividad inflamatoria (con producción de una gran cantidad de sustancias dañinas a nuestro organismo), como la actividad oxidativa, con producción de una gran cantidad de radicales libres de oxígeno y superóxido que invariablemente dañaran a nuestro cuerpo, especialmente al tejido vascular. La resistencia a la insulina no sólo es el origen del desarrollo de diabetes mellitus tipo 2 sino que también es la causa de enfermedades como el síndrome de ovarios poliquísticos en mujeres, del desarrollo de dislipidemias que nos llevarán a ateroesclerosis, de enfermedades cardíacas como infarto del miocardio (ataques al corazón), y del desarrollo de hiperuricemia y gota. También contribuye al desarrollo de hipertensión arterial a través del aumento de la actividad de una sustancia llamada dimetilarginina asimétrica. Esta sustancia diminuye la acción de otra enzima llamada sintasa del óxido nítrico, lo que produce una reducción en la producción de óxido nítrico que dará lugar a un aumento en la reactividad de los vasos sanguíneos y a un aumento subsecuente en nuestros valores de presión arterial. Ahora se darán una idea de porque la resistencia a la acción de la insulina es la raíz de todos los males, ya que es el origen de la mayor parte de las enfermedades (diabetes y enfermedades cardiovasculares), que son líderes como causa de muerte en México y en todo el mundo.
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